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Pasado sorprendente

En piedra ha quedado grabada la memoria de las numerosas civilizaciones que han pasado por la Península de Baja California y el sorprendente Loreto.

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Se calcula que, hace por lo menos 10 mil años, llegaron los primeros habitantes a Loreto. Conocido por los pueblos originarios como Conchó, este lugar apacible y lleno de riquezas naturales ha visto pasar numerosas civilizaciones.

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Los pueblos Cochimí y Guaycura se asentaron en este sitio, de belleza indómita, donde el desierto y uno de los mares más hermosos del mundo se dan la mano. Debido a su inaccesibilidad, permanecieron en paz por siglos.

Durante más de 150 años, los españoles intentaron llegar a la región, bañada por el Golfo de California, pero sin éxito.

 

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La semilla de la religión fracasó en incontables ocasiones, hasta que una muestra de gran fe enraizó en Loreto, la cual se convirtió en el punto de origen de las Californias y sus misiones, en las que la esperanza y el progreso tuvieron un espacio fértil para crecer.

Como si fuera un milagro de Nuestra Señora de Loreto, la labor fue fecunda. De este sitio partió fray Junípero Serra para fundar la Misión de San Diego, puntal de la Alta California, y durante décadas fue considerada la población más importante del territorio bajacaliforniano.

Dicen que la sobriedad es la prenda de la belleza, y eso se demuestra en las obras arquitectónicas que hablan del paso colonial por la zona, de una aparente simpleza, pero que se mezclan como un coro unificado con el paisaje, que poco necesita para apabullar por su hermosura. 

Aunque en 1829 perdió la capitalidad a manos de La Paz, Loreto sigue manteniendo el encanto señorial de sus primeros años, mismo que ni terremotos ni inundaciones han logrado borrar.

Las huellas de sus pobladores, tanto los milenarios pueblos originarios, los educados misioneros o los pacientes habitantes modernos, han quedado bellamente plasmadas de distintas maneras entre las piedras y los llanos de la región.

En forma de arte rupestre de los primeros hombres, sorprendidos por la exuberancia natural, mediante construcciones llenas de fe o con pinturas modernas, su paso es compartido con la eternidad.

Museo de las Misiones Jesuitas

Instalado en lo que fueron los almacenes generales de la Misión de Loreto, cuya edificación inició en 1697, este museo no solo resguarda una de las pinacotecas más completas del noroeste del país, también sirve como un portal al pasado.

Su museografía respeta la distribución tradicional del almacén virreinal, que desde la expulsión de los jesuitas, ocurrida en el siglo XVIII, lo consolidó como uno de los edificios más importantes de toda la Península de Baja California.

Colección

Inaugurado como Museo de Sitio en 1973, este espacio cuenta con una de las colecciones pictóricas más importantes de la región, la cual forma su colección permanente que se expone en los recintos dedicados a la guarda de azogue y otros materiales.

En el jardín se pueden apreciar algunos de los cultivos que le dieron fama a la Baja California: vid, naranjos y olivos.

Actividades

El Museo de las Misiones Jesuitas es un espacio vivo, y así lo demuestran los eventos que se realizan en él, entre los que se cuentan conciertos, proyección de documentales, conferencias, obras de teatro y presentaciones diversas.

Arquitectura Misional

La época colonial se entiende de una manera distinta en la Península de Baja California en comparación con el resto del país.

Mientras que la arquitectura barroca sobria es el estandarte en las abigarradas ciudades del interior del país, en Loreto se expone como edificios de líneas recatadas y sencillas, las cuales se integran con el entorno.

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El estilo misional es el que impera en la Misión como tal y en su Museo y que se extendió por ambas Californias. Edificios de techos altos, con pocos o ningún adorno, donde nada sobra y todo cumple una función irremplazable.

Si, como dicen los historiadores, el barroco sobrio representa el miedo al vacío, al que llena con cientos de motivos, el estilo misional revela una paz del alma casi espiritual, donde lo importante no es el exterior, sino la vida interior.

 Plaza Salvatierra

Ubicada en el corazón de Loreto, esta pequeña plaza está rodeada de las casas más antiguas de la localidad, las cuales están ribeteadas por calles hermosamente empedradas, como corresponde al pueblo de pescadores que se convirtió en el corazón de las Californias.

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Pinturas Rupestres

Aunque el hombre llegó a la Península de Baja California desde hace 10 mil años, desde hace por lo menos 7 mil años ha plasmado sus preocupaciones y celebraciones en las piedras de las sierras.

Animales, plantas y, sobre todo, figuras humanas, forman parte del extenso catálogo de imágenes que se pueden apreciar en los numerosos sitios con pinturas rupestres. De hecho, esta región bajacaliforniana cuenta con la quinta mayor concentración de estas expresiones artísticas en todo el mundo.

Sierra Madre

Se trata del sitio más antiguo de la región. El aire seco de la región permitió que las pinturas, que datan de hace 7 mil años, luzcan sus colores y formas originales, las cuales muestran las preocupaciones de los habitantes de la época.

La Pingüica

En este sitio, uno de los más cercanos del centro urbano de Loreto, podrás observar pinturas rupestres y petroglifos, los cuales son grabados tallados en piedra, de pueblos que, se cree, fueron antecesores de los cochimí, uno de los grupos étnicos originarios más importantes de la Península.

Sierrras de Guadalupe y San Francisco

Una impresionante concentración de mil 600 sitios con pinturas rupestres se encuentran entre estos dos puntos, en las inmediaciones de la Misión de San Javier. Se trata de la quinta más importante de su tipo en el mundo, por lo que es una visita imperdible.

Camino Real hacia las Californias

La fe y determinación de los misioneros jesuitas, quienes se enfrentaron a un clima inhóspito y pobladores poco amistosos, se puede palpar en esta vía, la cual une las distintas misiones que se fundaron en el territorio bajacaliforniano a lo largo de los siglos. El camino inicia, como si se tratara de una procesión, en una misión que fracasó, la de San Bruno. Pero retoma fuerza y hermosura cuando une a las primeras instalaciones exitosas, las de Loreto y San Javier.

Desde Loreto, el corazón de las Californias, como si se tratara de un arroyo de fe el camino se expande hacia el sur, para encontrar el fin de la Tierra en Cabo San Lucas, y hacia el norte hasta más allá de San Francisco, en la Alta California.

El paisaje es único. Desde el mar hasta el desierto y la montaña, los pasos de los senderistas que retoman el camino nunca avanzan solos: les anteceden las pisadas de los religiosos que marcaron su impronta en una de las regiones más bellas del planeta.

Misión de Nuestra Señora
de Loreto Conchó

Fundada en 1692, la Misión de Nuestra Señora de Loreto Conchó fue la primera de una serie de edificaciones religiosas exitosas, las cuales se extendieron hasta la Alta California, llevando la evangelización a los rincones más recónditos de la península.

Sueños tallados en piedra

Con una fachada realizada bajo el estilo barroco sobrio, conocido también como misional, la iglesia ha sufrido numerosas remodelaciones a lo largo del tiempo, principalmente debido a las inclemencias del tiempo, inundaciones y sismos.

En busca de paz interior

La que es considerada madre y cabeza de todas las misiones de las Californias, enseña con el ejemplo: se trata de una construcción adusta, sin exageraciones estilísticas que distraigan de la contemplación espiritual. Sus fuertes muros y altas bóvedas ofrecen un aire de frescura ante el clima habitual en la región.

Una casa viva

El paso del tiempo y las condiciones climatológicas han causado estragos casi permanentes en la estructura eclesial. Sin embargo, algunos objetos, como un retablo con cinco imágenes, una campana y un crucifijo han logrado sobrevivir a lo largo de las décadas y se resguardan como una memoria de la vida misional.

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